La jornada No a la discriminación por edad, celebrada hoy dentro del ciclo “Trata como te gustaría ser tratado“, ha servido para poner sobre la mesa diferentes iniciativas con el que hacer frente a esta realidad que viven muchas personas mayores. Este evento, organizado por Fundación Mayores de Hoy, ha contado con el apoyo de Fundación “la Caixa” y Comunidad de Madrid, y la colaboración de Cruz Roja Española, Fundación Alicia y Guillermo, Grupo SENDA y UDP.
La presidenta de la Fundación Mayores de Hoy, Matilde Pelegrí, ha recordado que el edadismo, según la Organización Mundial de la Salud, hace referencia “a los estereotipos, los prejuicios y la discriminación contra las personas mayores”. Y ha argumentado que es necesario “crear una sociedad para todas las edades, porque la sociedad sigue sin ser consciente de la realidad de los mayores hoy”, de su papel y su relevancia a todos los niveles. Pelegrí aclaró que estas jornadas responden a “nuestro interés por promover una lucha efectiva contra el edadismo”, en línea con uno de los ejes del plan diseñado por la OMS dentro de la Década del envejecimiento saludable. “El objetivo de la campaña mundial para luchar contra la discriminación por motivos de edad, es cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y el envejecimiento para crear un mundo capaz de integrar a todas las edades”, recordó la presidenta de la Fundación. Quien señaló que un arma eficaz para hacerlo es la “comunicación, la información de calidad que se ajusta a la realidad de las personas mayores hoy”.
El responsable del Programa de Personas Mayores, con Discapacidad y Cuidadoras de Cruz Roja Española, Joaquín Pérez, insistió en ese punto, señalando que uno de los pilares en la lucha contra el edadismo es la comunicación. Hay que luchar contra los “estereotipos que se producen a través del lenguaje. El edadismo está muy marcado por el lenguaje, por cómo nos dirigimos a los mayores”. De ahí que, en base a una guía elaborada por la insititución sobre cómo dirigirse a los mayores, señaló que para utilizar el lenguaje como herramienta contra la discriminación, “hay que hablar en positivo, entiendo el envejecimiento como una oportunidad”. Un lenguaje en el que se debe utilizar el término “personas mayores” o “adultos mayores” que son más neutrales que “ancianos” o “seniors”. Pérez también recomienda que ese lenguaje sea inclusivo, que “elimine los pronombres posesivos, que muestre a los mayores en grupo, que les represente como personas activas”, y que utilice imágenes que muestre la cara de las personas mayores, no su espalda o una sola parte del cuerpo. “El lenguaje y las imágenes incorrectas pueden llevar a crear una imagen incorrecta de las personas mayores. De ahí la importancia de utilizar un lenguaje positivo, porque no somos pasivos, somos fundamentalmente personas activas”, concluyó.
El responsable del Área de Salud de la UDP, Víctor López, reconoció que el edadismo “se nutre de estereotipos negativos y prejuicios sobre las personas mayores. Se considera un mal social, cultural y con cierto arrastre histórico”, y como apuntó, se considera que la discriminación por edad se ha considerado compo tercera gran forma de discriminación en la sociedad (tras el racismo y el sexismo).
López, como geriatra, también quiso señalar algunas de las consecuencias que tiene este tipo de discriminación para la salud de las personas. “El edadismo, según algunas estadísticas, puede acortar la vida, puede producir depresión, limitaciones en la creatividad y en el desarrollo personal y profesional, genera estrés, baja la autoestima que puede llevar a un sentimiento de inferioridad”, apuntó. ¿Cómo hacerle frente? Según López, “hay que tomar medidas que vayan al trasfondo de la cuestión”, para romper con el edadismo. Cada persona que envejece debe equiparse con unos valores positivos propios (autoestima, autopercepción positiva) que lleva a una personalidad “atractiva, equilibrada, incluso con buen sentido del humor”. La sociedad debe “convertirse en un lugar para todas las edades, las personas mayores deben ocupar puestos de responsabilidad, debe haber un buen trato periodístico y de los medios de comunicación hacia los mayores, no marginar a los mayores tecnológicamente, reconsiderar el provecho productivo de este colectivo, no hay que olvidar la solidaridad y la ética en la lucha contra el edadismo”.
Francisca Fernández, voluntaria de la Fundación Alicia y Guillermo, reconoció que ha tenido la suerte de encontrar muchas oportunidades en su vida profesional, que ha sido larga. “No he sentido discriminación en el trabajo, pero sí que me he dado cuenta de que otras personas sufrían discriminación por edad, que a partir de cierta edad les tratan como niños”, apuntó. Y todos “hemos de luchar para terminar con el edadismo”. Fernández cree que cada uno “tiene que aparentar lo que es, en todos los sentidos, y la sociedad tiene que verte como una parte de esa sociedad”. Y se preguntó: ¿Por qué no actuamos los propios mayores contra el edadismo, mostrando que somos viejos por edad, con connotaciones físicas que hay que asumir, pero que cada uno es útil y tiene mucho que aportar? Ella reconoció que su época en la que he sido más productiva ha sido de 55 a 70 años. Es decir, “que tratar discriminadamente a personas con más de 50-60 años, no es ético, es tonto, porque estamos desaprovechando tanto“, concluyó.
Por su parte, la psicóloga de la Fundación Alicia y Guillermo, Blanca Jiménez, reconoció que uno de los momentos en los que las personas pueden sentirse discriminadas por razón de su edad es la jubilación. “Relacionar que se es mayor cuando llega el momento de la jubilación, es erróneo. No hay que olvidar el papel tan importante de los mayores”. Además, señaló que también es discriminatorio no dejar a los mayores tomar decisiones. “Es una situación injusta, y no solo es discriminación, es maltrato. Las personas mayores tienen derecho a tomar las decisiones que sean necesarios sobre ellas mismas y sus circunstancias. Y tienen derecho a aprender a lo largo de la vida”, concluyó.