La segunda jornada del ciclo “Trata como te gustaría ser tratado”, que se celebró ayer en el CEU Montepríncipe de Madrid, organizado por Fundación Mayores de Hoy, con el apoyo de Obra Social “la Caixa” y la Consejería de Política Social y Familia de la Comunidad de Madrid, con la colaboración de Universitas Senioribus CEU, se centró en las relaciones intergeneracionales.
El profesor de la Universidad de Granada y director de la Cátedra Macrosad de Estudios Intergeneracionales, Mariano Sánchez, mantuvo un interesante diálogo con Jaime de la Mata, antiguo alumno de Psicología de la Universidad CEU San Pablo. A través de preguntas y reflexiones, acercaron al público un punto de vista más real sobre el trato de los jóvenes hacia las personas mayores.
Mariano partió de la siguiente afirmación: “Por nacimiento somos intergeneracionales”. A partir de ahí, Jaime reconoció que, a pesar de tener edades similares, percibe menos distancia “generacional” con su abuela que con su jefa. “Entonces, ¿de qué nos sirve usar la edad cronológica para referirnos a las personas mayores?”, preguntó el experto. Respuesta que tiene bien clara: “Las personas mayores no existen más que como una representación social. Existe el término, pero… ¿a quién se refiere?”. Respecto al buen trato, manifestó que se tiene que dispensar a todas las generaciones. El ex alumno coincidió: “Debe existir una base común a todos los seres humanos”.
Mariano planteó otro tema interesante relacionado con la necesidad de crear espacios intergeneracionales: “El espacio en el que se apoya la familia nada tiene que ver con las actuaciones que suceden fuera. Para tratar bien a alguien, primero hay que cruzarse e intercambiar impresiones. Por ello, debemos preocuparnos por averiguar qué son las personas, además de mayores, y qué les preocupa”. Por su parte, Jaime reconoció que el ambiente en el que se mueve “no hay personas mayores”. Hay pocos espacios donde surjan, intencionadamente, encuentros intergeneracionales extrafamiliares y, por tanto, “debemos provocar esos encuentros”.
El siguiente paso es cómo reconocer a una persona mayor. “Por su aspecto físico”, señaló Jaime. Sin embargo, el profesor recordó “que la edad es incierta. No es una cuestión de aspecto, sino que hay que tener en cuenta la salud, el bienestar, la apreciación de deterioro, etc. No debemos estereotipar a un grupo tan diverso”.
Por todo lo expuesto, ambos ponentes concluyeron en la necesidad de implicar a jóvenes y mayores “en la creación de espacios físicos, como el que hoy compartimos, donde la intergeneracionalidad sea posible. Necesitamos oportunidades para estar con ellos. Si trato bien a mis padres y a mis abuelos, también podré tratar bien a otras personas mayores”.
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